05/05/2021
Ictus y Atención Primaria
Unos 15 millones de personas se ven afectadas por enfermedades cerebrovasculares según la Organización Mundial de la Salud (OMS)
El riesgo de padecer un ictus aumenta de manera notable a partir de los 65 años, aunque cabe decir que un ictus puede aparecer en cualquier edad, incluso en las personas menores de 20 años.
Y en lo referente a la mortalidad, en España, sigue siendo la primera causa de muerte entre las mujeres y la tercera entre los hombres.
Ante estos datos es innegable que la prevención primaria, el diagnóstico y el tratamiento son fundamentales. Y aquí la Atención Primaria como puerta de entrada al sistema de salud juega un papel fundamental, y queda clara su función de prevención, pero ya no sólo primaria también secundaria. Aquí hay que completar con una referencia a la prevención terciaria. De hecho, cada vez se le está dando más importancia al papel que la atención primaria juega en los pacientes que quedan con secuelas de ictus. Especialmente en la detección de secuelas tardías (depresión, deterioro cognitivo, espasticidad) como en la coordinación con los servicios especializados para garantizar la continuidad asistencial al alta de los procesos de rehabilitación. En nuestro entorno, por ejemplo, se ha elaborado el “Consens català sobre avaluació i tractament del pacient postictus” que incluye la escala PSC (Post Stroke Checklist) que es un instrumento válido y factible para el seguimiento de pacientes en la consulta de atención primaria.
De hecho, en el caso de las Enfermedades Cerebrovasculares, y en los episodios de ictus agudo, el médico de Atención Primaria también es en ocasiones el primer facultativo que atiende al paciente. Por ello es fundamental que sea capaz de reconocer los síntomas, aplicar las medidas terapéuticas iniciales y conocer los criterios de derivación urgente.
En la prevención primaria hay que destacar que gran parte de los casos de ictus podrían evitarse con un buen control de los factores de riesgo como son: la diabetes, un colesterol alto, el hábito de fumar, la obesidad, el sedentarismo, la hipertensión arterial o el consumo de alcohol.
Detección y prevención ictus desde la Atención Primaria
Diferentes guías nos dan cuenta de cuales puede ser las señales que nos indican que debemos sospechar ante un ictus, como: déficits neurológicos focales, paresia facial aguda, alteración del lenguaje o caída o pérdida brusca de fuerza en el brazo, y cuando además el paciente no refiere antecedentes de traumatismo craneal previo. Es fundamental que el examen físico inicial incluya una valoración de la función respiratoria, el ritmo cardíaco, la temperatura, la glucemia y la saturación de oxígeno; pero también es imprescindible que la exploración incluya valoraciones mentales, como puede ser el lenguaje, y déficits motores y sensitivos.
Seguimiento de casos ictus tras el alta hospitalaria
Un gran número de pacientes que han sufrido un ictus y reciben el alta hospitalaria, son atendidos desde la atención primaria. En este ámbito asistencial, los profesionales de la salud deben tratar y atender a pacientes con importantes secuelas tanto físicas como alteraciones cognitivas, emocionales y del lenguaje.
El ictus en el contexto actual de la Covid19
Actualmente se están produciendo dos efectos sobre el ictus vinculado con la Covid19 tal y como señalan algunos artículos. Por un lado, se está estudiando la posible relación entre ambas enfermedades, de manera que pueda haber una relación debido a que la infección por coronavirus incrementa la coagulación de la sangre, generando un medio más trombogénico, y, por tanto, incrementando el riesgo de poder sufrir un ictus.
Por otro lado, como ha ocurrido con otras patologías, durante la pandemia se ha visto reducido hasta en un 40% los casos de ictus. Posiblemente ello se deba que el miedo que la población tuvo, especialmente durante la primera ola de la pandemia, a acudir a los hospitales por si se contagiaban de la Covid19.
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